
A las órdenes de Kratos, el ejército espartano parecía invencible. Pero incluso estos soldados tan entrenados no suponian una amenaza para los bárbaros, una raza inusualmente poderosa cuya fuerza y brutalidad podía llevar a las tropas más organizadas al mayor caos sangriento.
Despojado de su alma, Kratos se convirtió en un despiadado e intrépido asesino, machacando ejércitos completos y quemando aldeas a diestro y siniestro. Incluso las mujeres y los niños eran sacrificados. El pacto se rompió...
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